Hay cierta hermandad estilística entre la poesía de Gonzalo Fonseca y Gabriel di Leone. Esa hermandad se podría notar en la fragmentariedad lúdica a partir de un desarticulante manejo de la puntuación que remite a la narrativa del Juan Goytisolo de los sesenta, en el universo referencial que remite -híbridamente- a la criolledad y el pop, así como en la ironía y el humor, aunque ese humor no es el de la carcajada sino el de la sonrisa socarrona y cómplice de quien ya se resignó a la naturaleza absurda de las cosas. Y también de los acontecimientos. Con todo, ese barroquismo beatnik no pierde de vista su condición política, su autoconciencia ligada a una escritura que se muestra más como una especie de totalidad que no es totalizada ni totalizable. Sabe que, en su decir, no serán piedras alineadas las palabras que separa y afila para salir como su antiguo hermano desnudo y con hambre a perseguir el sentido del mundo En ese acto de persecución del sentido, la poesía ...